miércoles, 16 de marzo de 2011

VIOLENCIA DE GÉNERO


VIOLENCIA DE GÉNERO,

VEREDICTO: CULPABLES

Intenta describirte de forma breve. Si eres mujer, probablemente emplees términos como, cariñosa, sensible, alegre, comprensiva, delicada... Si eres hombre, seguramente te decantaras por calificativos como seguro, decidido, decidido, valiente, independiente, fuerte... Todos ellos son adjetivos positivos, siempre y cuando no sean extremos, y son deseables en cualquier ser humano; de hecho, si fuésemos capaces de combinarlos, seríamos personas plenas, realizadas y felices. Sin embargo, fuimos educados y educadas en una sociedad que nos obliga a tomar únicamente la mitad de esas características en función de nuestro sexo. Una sociedad que nos castiga con etiquetas y marginaciones si asumimos alguna de las cualidades reservadas para el otro sexo. Esta sociedad se encarga, desde que nacemos, de que no nos salgamos del camino marcado y nos coloca en las manos una muñeca si somos niñas o una escopeta de juguete si somos niños.
Las estadísticas dicen que, aunque no existe un perfil de maltratador ni un perfil de víctima de malos tratos, lo que sí tienen en común ambos colectivos es una total interiorización del rol que les corresponde desempeñar en función de que sean hombres o mujeres. Es un hecho; los estereotipos de género fomentan la violencia. Por lo tanto, parece que la solución a este problema es evidente: una educación en valores igualitarios mediante la cual se elimine el menor rastro de estereotipos. Pero la sociedad se resiste al cambio. Parece que mujeres y hombres le tenemos demasiado cariño a esta estructura patriarcal; aunque mutile rasgos de nuestra personalidad, aunque nos fuerce a obedecer sus normas, aunque nos convierta en simples marionetas que bailan al ritmo de la canción impuesta.
Según una encuesta de “La Voz de la escuela” (2006), el 14% de las chicas encuestadas considera normal que su pareja las obligue a mantener relaciones sexuales en alguna ocasión. Una cifra elevada teniendo en cuenta la gravedad de la afirmación. Y hablamos de chicas jóvenes, esas mismas que, en pocos años, serán las madres y por lo tanto educadoras de toda una generación, “la generación futura”. Y, si ese es el futuro que nos espera, ¿cuándo va a tener lugar el cambio social del que hablamos? Tal vez sea cuestión de tiempo, o más bien, cuestión de esfuerzo. Por mucho que ciertos colectivos lo cuestionen, las políticas de igualdad son un elemento imprescindible en esta lucha contra la violencia de género; y el instrumento base para nuestro trabajo es la educación; no hay otro más efectivo, pues es el mismo que utilizó siempre la sociedad para conseguir instaurar el sistema patriarcal y su eficacia es incuestionable, por lo tanto, es el que debemos emplear para desinstaurarlo.
Solo en una sociedad que nos eduque en la “no separación de roles”, una sociedad en la que la familia sea un ejemplo de igualdad en cada una de las “viñetas” de sus vidas cotidianas, una sociedad que no pierda el tiempo acusando a los hombres de la violencia de género sino que dedique ese tiempo a educar a las familias en la igualdad,… Cuando veamos una sociedad así como algo normal y no como una utopía, entonces dejaremos de ser culpables de esta lacra. Hasta que ese día llegue, tenemos que ser conscientes de que todos y cada uno de nosotros somos los culpables de esta situación. Asumamos nuestra responsabilidad y empecemos a actuar. “Si mañana sigue existiendo la violencia de género, seremos los responsables”.
Óliver Pérez Sempere
Pedagogo



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