martes, 11 de junio de 2013

EDUCAR EN SOLIDARIDAD

¿CÓMO PODEMOS FOMENTAR UNA CULTURA SOLIDARIA?

Si nos centramos en el ámbito de nuestra
cotidianeidad podemos trabajar con un doble
propósito, por un lado fortaleciendo el aspecto
solidario de nuestras propias acciones habituales,
y por otro creciendo en reflexiones que nos permitan
educar (nos) en este valor necesario.

Madres y padres deben concienciarse de su
responsabilidad como generadores de ejemplo y
calidad de vida de sus hijos e hijas.




LA FAMILIA REPRESENTA UN PAPEL ESENCIAL
EN LA SOCIALIZACIÓN INICIAL DE LOS INDIVIDUOS.


La falta de tiempo en una sociedad tecnificada que quiere
abarcarlo todo y la merma de recursos dedicados a la
educación formal obligan a la familia a situarse como pieza
clave de reflexión y cambio.

Aunque la toma de conciencia ante
los desafíos solidarios que tenemos
que afrontar es cada vez mayor y se
ha generalizado la convicción de su
carácter global, siguen siendo muy
tímidos los esfuerzos realizados para
superarlos y resulta palmaria la escasa
educación en estos ámbitos.

La familia, como agente socializador
del primer contexto social, diversifica
lo aprendido por el niño o niña y/o
adolescente transmitiéndole valores,
actitudes y formas de pensar y
generando una reflexión interna que
posibilitará su participación activa en el
entorno que le rodea.

La correcta socialización pasa también
por el desarrollo de un espíritu crítico
con las normas y valores impuestos,
tratando de transformar los que no sean
válidos con el objetivo de “resistirse
a aceptar lo inaceptable”; ampliando
nuestro conocimiento crítico, reflejando
un concepto primario de la educación
de Freire (1971).


APRENDEMOS TODOS

En la sociedad actual se privilegia cada vez más lo útil,
lo que sirve para trabajar, de este modo permitir algo
de consciencia se considera ocioso.

Los medios de comunicación han ido invadiendo a las
niñas y niños, mientras madres, padres y docentes se
enfrentan a una lucha desigual. El deseo mercantilista
tiene mucho más poder que las consideraciones
sociales y de entorno.

La tarea educativa resulta mucho más fácil
cuando las condiciones que rodean al niño
o niña permiten una impl icación motivadora en
el contexto que les rodea. El devenir cotidiano
tiene un gran potencial transformador
de cambio y por eso es tan importante.


SOLIDARIDAD COMO EJE TRANSVERSAL

Debemos abordar la existencia de algunos temas transversales
que van más allá del proceso habitual de enseñanza–aprendizaje,
transmitiendo valores que permitan considerar la realidad
por encima de lo meramente tangible. De este modo al
avivar un aprendizaje que posibilite el diálogo, la reflexión y el
cuestionamiento y que a la vez abarque un proceso continuo de
socialización, ayudaremos a nuestras niñas y niños a formarse
como personas, como seres humanos íntegros y empáticos.
Dentro del área curricular debería abordarse la solidaridad como
eje transversal y desarrollarse como contenido a través de una
doble perspectiva: desde un contexto real y desde la posibilidad
de transformación de esa realidad planteada.

RECOMENDACIONES:

 La solidaridad como actitud
que se va enriqueciendo
a través de la práctica.


Coherencia.
Madres y padres deben ejercitar la solidaridad
en su contínuo cotidiano. Esto ayudará a las
niñas y niños a interiorizarla como valor propio.
Retroalimentación.
La importancia del intercambio fluido de
comunicación y mensaje entre madres y padres,
y de éstos con sus hijas e hijos.
Empatía.
La trascendencia de introducir a las niñas y
niños y/o adolescentes en la posición del otro
como parte de uno mismo.

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